TEMAS
1)¿Por qué nos enojamos?
2)Saber vivir
¿Por qué nos enojamos?
Desde hace ya un tiempo somos testigos de muchos “enojos”. Si bien es cierto que el hombre tiene su temperamento, que lo hace muchas veces enojarse mientras busca lo mejor para sí y para los demás, me da la sensación como que en estas épocas estamos como más “sensibles”, como que cualquier motivo hace que reaccionemos, nos enojemos, al punto hasta de “atacar” al otro de maneras casi despiadadas.
Esto lo vivimos a todo nivel, a nivel de familias, de lugares de trabajo, a nivel de nuestros dirigentes, en nuestros pequeños o grandes grupos donde nos desenvolvemos.
Hace algún tiempo escuché decir a un Sacerdote, en referencia a determinadas personas y determinados enojos: “por qué no se enoja por motivos mucho más profundos y esenciales”.
Y me vienen entonces estas reflexiones:
- Un padre y una madre de Familia que se enojan por muchos temas, realmente se enojan por lo esencial? Su enojo es siempre en busca de lo mejor para sus hijos, se enojan para tratar de buscar por todos los medios los tiempos para poder estar junto a sus hijos, poder escucharlos, acompañarlos, interesarse por lo que les está sucediendo? O sus enojos pasan por reacciones cuando ya las cosas no se pueden evitar, cuando ya es tarde, o simplemente porque “molestan” sus comodidades?
- Un jefe, se enoja en su trabajo solamente porque la tarea está bien o mal hecha, o también se enoja preocupándose que cada uno de los empleados esté en un ambiente tranquilo que le permita trabajar y aportar al máximo sus capacidades?
- Nuestros dirigentes sociales, políticos, funcionarios, que tanto se enojan por la opinión de aquél que no piensa lo mismo, o que quiere desde otro lugar aportar para la mejor marcha de la sociedad, se enojan de la misma manera ante el dolor de los que sufren, ante los niños que se mueren de hambre, antes los ancianos que están abandonados, o aquellos que deben estar horas esperando para que les den lo que les corresponde?
Y así podríamos seguir enumerando y preguntándonos por tantos motivos por los cuales nos enojamos, y sinceramente no sé si todos valen la pena, o si nuestros “enojos” que a diario vivimos nos llevan a preocuparnos y entregar nuestros esfuerzos realmente en búsqueda de soluciones para tantos que necesitan.
Quizás la primera “tentación” sea la de mirar hacia arriba o hacia el costado, fijándonos en quienes tienen grandes responsabilidades, y quizás esté bien, pero no nos olvidemos de nuestras responsabilidades cercanas, que exigen de nosotros una respuesta muchas veces distinta y comprometidas y no un “simple enojo” porque las cosas no salen o no se hacen, y no nos damos cuenta que por allí está a nuestro alcance el que puedan realizarse.
Padre Oscar PezzariniSaber vivir
Cuando uno se plantea este tema, el de saber vivir, lo que también muchas veces llamamos como “vivir la vida”, va a producir seguramente distintas reacciones y distintas maneras de entender esto. Para muchos vivir la vida será disfrutarla de cualquier manera y aprovechar todo lo que se pueda, ya que como decimos “la vida es corta” y hay que vivirla.
Mi reflexión en este caso viene recordando algo que leí hace ya mucho tiempo y que hacía referencia a que los seres humanos muchas veces en lugar de “dedicarnos a vivir”, estamos pendientes de “vivir mejor que los otros”, y eso quizás sea una de las causas que nos impidan conseguir la felicidad, o al menos vivir de manera “triste”.
En la vida nos está pasando como en los deportes, todo es una continua competencia donde lo que importa es solamente el vencer al otro, el estar más adelante, estamos condicionados por el “exitismo”.
En el deporte ya no vale un buen trabajo hecho, una “táctica” desarrollada, el esfuerzo con el que se han emprendido los encuentros, ya no se habla de hacer un buen juego, solidario, donde, en el caso de un equipo, cada uno aporta lo suyo y nos sentimos bien de haberlo hecho, de “haber dejado todo” todo como se dice, sino que vale, si salí más adelante que el rival, si le gané, si soy mejor que el otro en los resultados.
Quizás en el deporte, la frase de “lo importante es competir” ya no tenga sentido, lo malo es cuando esto lo trasladamos a la vida.
Cuando estamos más pendientes de vivir mejor que el vecino, y no de vivir bien, colmando nuestras expectativas y necesidades. No, tenemos que tener y ser más que el otro.
Cuando “envidiamos” lo que tiene el otro, y no disfrutamos en serio lo que tenemos nosotros.
Siempre estamos anhelando lo que no tenemos, o mejor dicho, lo que tiene o ha logrado el otro, y así nunca vamos a encontrar la felicidad, nunca sabremos vivir, creemos que nunca seremos felices porque siempre estamos pensando en lo que me falta, que muchas veces es lo que si tiene el otro, y no me doy cuenta de que puedo gozar y ser feliz con lo que tengo.
No sé si de verdad aspiramos a ser felices, o a llegar a la felicidad antes y por mejores caminos y resultados que los otros, entonces ya nos convertimos en “competidores” de la vida, donde no nos interesa tanto llegar a la meta, sino ser los mejores y más rápido que los demás, cuando en realidad en la vida interesa e importa que sepamos vivirla, valorando lo que tenemos y lograr nuestro desarrollo, logrando llegar a nuestras metas, y no tanto en comparación con los demás.
La verdadera felicidad consiste en saber disfrutar de lo que tenemos y no pasarnos la vida angustiados por lo que me falta, y el otro tiene, pensando que la mejor riqueza que tengo es justamente lo que tengo, lo que voy logrando con esfuerzo, sin compararme con los demás, y de esta manera sí llenarnos de felicidad y saber “vivir la vida”.
Padre Oscar Pezzarini

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