En un claro eco a las palabras pronunciadas por el Santo Padre hace algunos días en las que afirmó “Los males del mundo no son efecto del castigo divino”, encontré las siguientes delcaraciones del conocido y mediático sacerdote chileno Rodrigo Tupper, director de Caritas Santiago:
¿Y qué sucede con la fe? En momentos tan trágicos parece siempre peligrar entre algunas personas. ¿Qué se les dice a ellas?
Es muy difícil esta pregunta, porque mucha gente se la cuestiona y seriamente; ‘¿por qué Dios nos mandó esto? ¿Por qué a mí? ¿Dónde estaba Dios en ese momento del terremoto y del tsunami?’. Y son preguntas que naturales, pero es precisamente ahí que la fe nos ayuda a entender que, en primer lugar, Dios no tiene nada que ver con esto. Él no envía este tipo de cosas, porque si hiciera eso, yo por lo menos, no le habría entregado ni un segundo de mi vida. Porque ese sería un Dios castigador, enjuiciador, horrible, un monstruo de Dios, y eso al final termina siendo una caricatura, y Él no es así. El Dios que se nos ha revelado en Jesucristo es el del amor, el de la misericordia, el que nos perdona, el que está con nosotros y vive con nosotros”. (El mercurio de Santiago)
Creo que sus declaraciones son perfectamente claras, a lo mejor sin advertirlo nos da un pista acerca del dios al que sirve, que evidentemente no es el Dios cristiano trino y uno que se encarnó para redimir nuestros pecados. Parece identificar al dolor y el sufrimiento humano de manera exclusiva con el castigo divino, tal como argumentan los amigos de Job para explicar el origen de sus padecimientos. ¿No nos enseñó nuestro señor que a través de su muerte en la cruz, que el dolor puede ser padecido por el inocente y servir a un fin , que quisás no podemos ver en el momento, pero que rinde frutos el los días por venir? Al afirmar que Dios no castiga ni prueba nuestra fe, niega toda la economía de la salvación pues que sentido tiene el sacrificio de nuestro señor si no hubo un pecado original? Si no existió un castigo a nuestros primeros padres por su pecado? que se traduce en nuestra naturaleza caída?
La lógica que emplea el padre Rodrigo Tupper es interesante, enfrentado a la cuestión del sentido del dolor que en definitiva es el problema del mal, en vez de responder católicamente diciendo que Dios permite el mal para nuestro bien y que por lo tanto tiene un sentido, prefiere responder que Dios no tiene nada que ver con el dolor, es simplemente algo que pasa, lo que sacando las consecuencias del caso viene a significar una de dos cosas: a Dios no le importa nuestro dolor o bien no puede impedirlo, ambas respuestas no son solamente erróneas sino además claramente heréticas.
¿Dios no castiga, no permite el sufrimiento? Múltiples pasajes de las escrituras nos prueban lo contrario sirva de ejemplo, el diluvio universal, que tantos modernistas gustan de relegar a la categoría de mito, el sufrimiento de Abraham cuando se le pide sacrificar a su único hijo,, las desventuras de José hijo de Jacob, la destrucción de Jerusalém en el 71 de nuestra era, el martirio de tantos durante las persecuciones del pasado y las de hoy. ¿Es atributo de Dios ser infinatamente bueno?, cierto, pero además es infinitamente justo, por lo tanto sería contrario a su naturaleza perdonar todo, sin mediar el arrepentimiento, así nos lo enseña el Señor en la parábola del hijo pródigo. El está obligado a juzgar, como dice el credo, y lo hará en misericordia y justicia. A quién perdonará? al que se arrepienta y haga penitencia, es ahí donde el dolor opera como un moderador, una campanada de alerta en nuestras vidas una invitación a la conversión. El modernismo silencia la necesidad del arrepentimiento y la penitencia, no osa adentrarse en esta parte del mensaje de Nuestro Señor, temen a las reacciones, de la gente resuena aquel "predicanos cosas que nos gusten". Es necesario edulcolorar el mensaje evangélico para no auyentar al publico que busca experiencias emotivas eso que el modernismo llama "la experiencia de la fe", para ello es necesario silenciar y dejar de lado la verdad.
Las palabras de este sacerdote son además de gran soberbia el hombre señala "yo no serviría a un Dios así", la fe es sumisión de uno mismo a la verdad que es Dios, no creo porque me agrade, me guste o me emocione sino que lo hago porque es la verdad, porque esta en la naturaleza humana la necesidad de la contemplación de Dios. Palabras como las de este sacerdote dan cuenta del culto del hombre que reemplaza al culto de Dios, se siente cercano y feliz no a Dios, sino a como él se siente frente a ese falso dios que se ha inventado, no es la contemplación del creador lo que llena su vida, Una fe tal, basada en el hombre lógicamente no tiene respuestas cuando se enfrenta la inmensidad de una tragedia como la que han vivido tantos compatriotas en estos días. Alguien se le acerca y le pregunta ¿padre por que pasó esto? y se queda mudo, la fantasía que el cree es Dios, no encaja en la dura realidad, ¿como responderá? dirá como nuestro Señor:
'el cáliz que me dio mi Padre, ¿no he de beberlo?
lamentablemente no, prefiere negar todo sentido al sufrimiento, reusándose a aceptar la voluntad de Dios.
Dice la escritura acerca del cordero de Dios:
'No hay en él parecer, no hay hermosura
para que le miremos ...
Despreciado y abandonado de los hombres,
varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento,
y como uno ante el cual se oculta el rostro,
menospreciado sin que le tengamos en cuenta.
Pero fue él ciertamente quien soportó nuestros sufrimientos
y cargó con nuestros dolores,
mientras que nosotros le tuvimos por castigado,
herido por Dios y abatido.
Fue traspasado por nuestras iniquidades
y molido por nuestros pecados.
El castigo de nuestra paz fue sobre él,
y en sus llagas hemos sido curados.
Todos nosotros andábamos errantes como ovejas,
siguiendo cada uno su camino,
y Yavé cargó sobre él
la iniquidad de todos nosotros '
[Is 53, 2-6 ].
En la visión del padre Tupper todo eso no tiene sentido y más aun no tiene nada que ver con Dios.
Encontrándonos en el tiempo de cuaresma preparándonos para semana santa, se hace más necesario que nunca meditar acerca, del dolor que padeció Nuestro Señor, por nuestra salvación, debemos asociarnos a él acompañarlo a través de nuestros propios padecimientos mientras carga la cruz. No podemos rebelarnos negándonos a sufrir, dejando a nuestro Señor solo en su ascensión hacia el calvario.
Quiero pensar que el padre Tupper, quizás no ha meditado en toda su profundidad, lo que declaró en esa entrevista, Lamentablemente no es el único pastor de la Iglesia que las ha pronunciado. Podemos advertir una vez más que aquel "infierno vacío" sigue llevando al error a muchas personas que, de buena fe siguen estas y otras enseñanzas dudosas por no decir herejías, que no pueden sino poner en riesgo la salvación del sus almas.
Aceptemos la voluntad de Dios, abracemos nuestra cruz y digamos como San Pablo en Gálatas:
"Estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí."


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