En la prisión de mi cuerpo hay una lámpara que ha sido encendida y que alumbrara por siempre; esta es mi alma, la fuente de mi vida y el principio por el cual vivo. Mi cuerpo dejara de vivir en el momento en que esta alma lo abandone. Ahora bien, ¿esta alma, este espíritu, que hace? Hace dos cosas: piensa y ama. Primero que todo Piensa. Piensa en cosas más allá de los límites de los sentidos; piensa en cosas tan espirituales como la Belleza , la Verdad, el Amor, la Fortaleza, el Valor, la Prudencia… ¿De dónde han venido esas ideas? No han venido enteramente del mundo exterior, porque nadie ha visto, ni oído, ni tocado la Justicia, la Belleza, la Fortaleza, aunque sí hemos visto un hombre Justo, una rosa Bella, o un soldado Valiente. Estas ideas, como vemos, han sido generadas por la mente al igual que una planta genera una planta de su especie y un animal genera un animal de su especie. La única diferencia es que, en el caso de la mente, la generación es espiritual. Ahora bien, esta idea mental, o esta “palabra” como se le ha llamado – pues aun antes es pronunciada como una palabra interna ¿Qué es? ¿Es mi alma o es algo distinto de ella? No es mi alma porque mis pensamientos vienen y van. Yo puedo pensar en el Arte, en Dios o en los Negocios. En un momento mi pensamiento se ocupa del gozo, en otro del dolor; los pensamientos que están en mi mente por un minuto, no están en el siguiente. Yo olvido las ideas de ayer. Por lo tanto; mis ideas y mi e spíritu son distintos el uno, del otro. Yo puedo encontrarme contento conmigo mismo, enojado conmigo mismo, puedo disfrutar con mis propios ensueños y fantasías estando despierto, puedo pasar revista a mi vida delante de los ojos de mi mente, puedo aun sentirme embarazado por mis propios errores. En una palabra, mi vida interna es un largo coloquio conmigo mismo, y sin embargo yo soy uno solo. El pensamiento, a pesar de ser distinto de mi alma, no está separado de ella; cuando este se halla presente, mi alma lo ve allí. Yo soy así, a la vez uno, y doble. Hay unidad de substancia y pluralidad de acción. Aunque de una sola substancia, mi alma es fecunda, es decir, es capaz de generar pensamiento sin perder nada de sí misma. Se multiplica sin perder nunca la perfección de su unidad. Aunque yo te diga, o te escriba mis pensamientos, estos permanecerán conmigo. Yo doy, y sin embargo retengo. Género y sin embargo no pierdo nada. ¡Cuánto más en el caso de Dios!
